“¡Que admirable
maquinaria!. Desde el primero hasta el último de aquellos leguleyos, togados y
sin togar, sabian explotar al humilde, al pobre de espiritu, proteger los
sagrados intereses de la sociedad
haciendo que el fiel de la justicia se inclinara siempre por el lado de
la moneda.”
Previamente, habla
Don Pio Baroja del rebaño de humildes y miserables, empujado al matadero de la
justicia, donde aparecían el usurero, el polizonte, la corredora de alhajas, el
prestamista y el casero, y del cambalache de los mismos.
“¡Oh lamentables
ruinas de la desdichada Nicosia, apenas
enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal afortunados defensores!. Si,
como carecéis de sentido, le tuviérades ahora, en esta soledad donde estamos,
pudiéramos lamentar juntamente nuestras desgracias, y quizá el haber hallado
compañía en ella aliviaría nuestro tormento: esta esperanza os puede haber
quedado, mal derribados torreones, que otra vez, aunque no para tan justa
defensa como la en que os derribaron, os
podéis ver levantados; mas yo desdichado ¿Qué bien podré esperar en la
miserable estrecheza en que me hallo, aunque vuelva al estado en que estaba
antes deste en que me veo? Tal es mi desdicha, que en la libertad fui sin
ventura, y en el cautiverio ni la tengo ni la espero.”
Así empieza una de
las novelas ejemplares de mi querido paisano (supuestamente), Don Miguel de
Cervantes. El Amante Liberal.
Son lecturas
recientes, éstas que un servidor de ustedes ha realizado estos día pasados.
Me ha llamado poderosamente la atención la coincidencia con
los sucesos actuales en épocas muy distintas.
Hablando de las
mismas de forma cronológica, pienso primero en el comienzo de Cervantes
precisamente en Chipre, que actualmente está en las noticias de todo el mundo,
pero siguen siendo los desdichados los que, como siempre, apechugan con la parte mas dura de todo. Seguro
que cuando defendían los torreones, los políticos, reyezuelos o lo que fuese en
aquel momento estaban a salvo de cualquier contingencia.
El relato de Pio
Baroja, está ya situado a principios del siglo pasado, y la definición que hace
de la maquinária del estado es extrapolable, perfectamente a estos días que
estamos viviendo.
No me atrevo a hacer
una critica, aunque debería, pero sí quiero resaltar que los dirigentes, si no
se les pone freno siempre harán lo mismo :arrimar el ascua a su sardina. Y
el pueblo, si no espabila siempre será atropellado y a veces apisonado como si
de detritus se tratase.
Un abrazo a todas y
todos.
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