miércoles, 11 de mayo de 2016



     
                                RECUERDOS DE LA MILI


 Hoy toca una historia del abuelo Cebolleta.
 Me ha venido  las mientes un acaecido de la mitad del siglo pasado, cuando este próximo abuelo, que hoy quiere emular al abuelo Cebolleta, que decia que si no jugaba Kubala no habia nada que hacer.
 Vereis, estaba yo haciendo lo que de aquella se llamaba el servicio militar, mas conocido por “la mili”, seguramente ya estaba a la mitad del contrato obligatório con el Ejercito, contrato por el cual, teniamos la obligación de defender el pais, a cambio de lo cual no te pagaban nada. Eso sí te daban la comida y cama gratis, a cambio debías obediencia ciega a tus superiores. ¡Hay de ti si no lo hacias!.
 Aquel dia me tocó Vigilancia, cosa que mas tarde hacia la Policia Militar.
 La vigilancia consistia en eso: vigilar a los soldados por las calles de la ciudad, y de alguna manera procurar que no se desmadrasen, cosa de por sí bastante improbable dada la dureza del código militar imperante.
 Bien, aquel dia, yo con una patrulla, “apatrullaba” la ciudad militar en la que estaba. En uno de los dos cines que habia, proyectaban la pelicula famosa que tenia por titulo Lo que El Viento se Llevó, pelicula que la proyeccion duraba, yo no recuerdo bien pero creo que por lo menos dos horas. Quiere esto decir que cuando salimos ya era de noche y los soldados ya estaban recogidos en los cuarteles. Habia que aprovechar, pués los componentes de la vigilancia entraban gratis.
 Era una hora poco usual para que los soldados estuviesen en la calle. Para ir al cuartel teniamos que  cruzar casi toda la ciudad. Buscamos la calles menos concurridas evitando encuentros con jefes que nos pudieran echar la bronca.
 Al pasar por una de las calles, en un cruce y sin previo aviso, nos encontramos con un militar muy alto y que caminaba un poco a trompicones. Nos dimos cuenta que era el General Gobernador de la Plaza. Como nos habian enseñado nos cuadramos delante de él y le dimos la novedad de la vigilancia. Entonces el General , llamándome a un lado, me ordenó que mandase la patrulla para el cuartel y que yo le acompañase a la Ciudadela, donde él tenia la residencia.
 Sirviéndole prácticamente de bastón, y evitando que cayese, pués la intosicación etílica era de padre y señor mio, llegamos al recinto militar, que ya tenia las puertas cerradas, cosa que me trajo algún quebradero de cabeza.
 Al llegar  al portón llamé al timbre, y por el otro lado contesto un soldado que estaba de guardia. Le dije que abriese la puerta, que yo era de la vigilancia y necesitaba hablar con el Jefe de Guardia, a lo que él me pidió el santo y seña, cosa que yo no sabia ni tenia por que saber, el General que estaba al lado le soltó un berrido llamándole algo feo, y exigiendo que abriese, cosa que empeoró la cosa, pués el soldado pensó que eramos un par de borrachos dando la murga.
 Tuve que convencerle que avisase al oficial de guardia para que viniese al portón, cosa que al final hizo.
 El oficial debia estar medio dormido pués vino de bastantes malas pulgas, soltando sapos y culebras por su boca, cosa que cambió de súbito al reconocer a mi acompañante.
 Saludo gordo y mandar formar la guardia para el General, que se dirigió a mi diciendome que nos les hiciese ni puñetero caso, y que le acompañase a su de guardia y le acompañé a su residencia, donde dándome las gracias y pidiresidencia. Le seguía sirviendo de cayado. Así fué, pasamos por el cuerpo dendome mi nombre me dejó marchar a mi cuartel, sin antes ordenar que me llevasen en un coche oficial.
  Cuando volví a cruzar el cuerpo de guardia, estaba tada la guardia, con un teniente al mando esperando que saliera. Querian saber todo lo que habia pasado. Cuando les dije que el General quería que me llevasen en un coche a mi cuartel, aquello fué algo descojonante, pués no habia por allí ninguno. Decidí irme caminando, pués era cuestión de media hora de paseo.
 Alllegar a mi cuartel tuve que contar la historia al capitán de cuartel que ya sabia la noticia por mis compañeros de vigilancia, bebimo unas birras contando las aventuras, delante del soldado encargado del hogar del soldado, que fué obligado a abrir el bar para la cosa de las birras-
 Mi relación con el General no terminó aquí, pasado un tiempo volví a tener un encuentro con él, cosa que fué bastante agradable, aunque hubo quien dijo que yo era el recomendado de Jefe.

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