Hace ya demasiado
tiempo que sospecho que cada vez somos, los humanos, mas borregos, menos
inteligentes y con una formación muy por debajo de lo que debería ser.
Sin embargo, dentro
del género humano creo que aquellos que se dedican a la política, en los últimos
tiempos, son los mejor preparados, para algunas cosas menos para la gestión de
la “res” pública. Quiero decir con esto, por si, de casualidad algún político
lee esto y cuando digo político no hago distinciones de credo o signo político,
me parecen todos iguales.
Creo que desde hace
algún tiempo, en el mundo de los gestores públicos, se ha colado una especie de
virus, o a lo peor no hacía falta, que los atolondra y solo les queda dentro de su pequeño disco
duro, demasiado duro a veces, una reminiscencia o un resto de enseñanzas de una
época ya finiquitada. ¡Ya me entendéis!
Para reafirmar lo
anteriormente expuesto, solo puedo decir que os fijéis, solo un poquito y en
las noticias pequeñitas de la prensa, con relación a nuestros amigos los políticos.
También en las
noticias escritas en grandes caracteres y en primera página. Para hacerse una
idea aproximada, hay que tragarse casi todo el espectro de medios según su
ideología. Lo que me lleva de cabeza a uno de los grandes males de nuestra
sociedad: El llamado cuarto poder. Este cuarto poder está en manos de unos
pocos que en un momento han alcanzado su mayor nivel de incapacidad, pero,
precisamente por eso han ganado de todas las formas imaginables, el tesoro del “Tío
Gilito”.
Repasamos en el
mundo, aquellos que ahora mismo llevan las riendas de la cosa propia, ¡uy!, en
que estaría yo pensando, qu9iero decir las riendas de los habitantes de esta
maltratada Tierra.
Nadie piensa en sus
conciudadanos, ni en La Tierra. Solo
quieren explotar todo lo que se les pone por delante. Recuerdo mi reciente época
dentro de la economía de mercado y trabajando para una multinacional que, cada
año que cerrábamos y teníamos que hacer el presupuesto para el siguiente,
siempre, siempre nos obligaban a un crecimiento alocado sobre el año anterior. En
los diez años que trabajé para ellos, el crecimiento desde mi entrada hasta mi
salida fue, ni más ni menos que un 250 %(doscientos cincuenta). Y todo en el
mundo de la edición de libros de texto, que para llegar a vender todo aquello,
solo quedaban dos soluciones, eliminar totalmente a la competencia o colocarle
a cada niño media docena de libros de texto.
Aquí también conocí a
un elemento, al que no le bastaba con los beneficios de la actividad corriente.
Descubrió una manera legal de pagar menos impuestos con una artimaña contable,
legal digo, pero que pagábamos en definitiva en el impuesto de sociedades un 35
% menos. También era partidario de llevar a provisiones lo mínimo exigible.
Para él los beneficios eran lo único importante. ¡Había sido ministro de
hacienda con el último, por ahora, general dirigiendo??, este país!
Si me adentro en el
pretendido mundo de ayuda a los demás, y que predica la caridad y la pobreza,
pasa tres cuartas parte de lo mismo. ¡Han descubierto que la pobreza es para
los demás, y la caridad bien entendida empieza por ellos mismos!
En el mundo de la
justicia, ¡Ya me diréis!. Solo tenéis que ver otra vez la prensa. No quiero
decir más, pués seguro que a mí, por eso me entrullan!. ¡Jo!.
Andaba yo en estas,
cuando me vino a las mientes, aquel sabio griego, que a medio día, un día de
sol radiante andaba en el Ágora, armado de un farol encendido, dando vueltas y
más vueltas. Cuando un ciudadano le hizo la siguiente pregunta:
-
Que estás buscando, Diógenes.
-
Estoy buscando un HOMBRE.
Creo que nosotros
también deberíamos buscar el HOMBRE de Diógenes.
Lo que me queda en el
tintero, es para otra vez.
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