martes, 14 de diciembre de 2010

"BURACO" DE GUSANO EN EL ESPACIO TIEMPO?


 La hora era indefinida. Estaba debajo de la parra de uvas do rei, de la casa del abuelo Antonio. Desde o souto venia un alboroto de voces fenomenal, mezclado con los bramidos de vacas.
 Estaba mi padre escuadrando unha torada, debajo de la parra. Miró para mi y entendí por su manera de mirarme que debía acercarme a Cova de Frade. Bajé bordeando la rectoral y al pasar por delante de la casa de a tía Aurora, ella estaba barriendo la escalera con un viejo barredeiro de xestas. Lo levantó en señal de decirme adiós . Al dar la vuelta por delante de la casa da ti Rosario, acompañóme Chencho hasta a aira das Pirlas . Al llegar allí, por delante de nosotros había una espesa niebla que no dejaba ver mas de un metro al frente. Iba en mangas de camisa y decidí dar la vuelta para ponerme un jersey. Al regresar a la plaza delante de a escaleira da tia Higinia, allí hacia un sol de justicia, y sentados delante estaban dos viejos que con las prisas no identifiqué.
 Subí corriendo hasta la entrada de la casa de mi abuelo. Cuando llegué estaba mi padre atendiendo a un guardia civil, que al verme dijo, mira ahí está.
 Me acerqué, y entonces el guardia me preguntó: ¿no estabas cazando los corzos? ¿Dónde los has dejado?. Un poco asombrado le miré y le dije: No, no estaba cazando.¿No lo vés?, estoy ayudando a mi padre. Eso ya lo veremos- contestó- ¿Dónde tienes la escopeta?. Ya un poco cansado de las maneras de aquel individuo le dije de forma no demasiado correcta- ¡Joder!, pareces tonto, la escopeta la tenéis vosotros en el cuartelillo desde ayer. La deposité por unos días. Aquí tienes el recibo firmado por el cabo.
 ¡Te voy a “meter” una multa de cinco duros por contestar mal a la autoridad!, dio media vuelta y se fué por la parte de atrás del sagrado , justo cuando llegaba al lado de mi padre O ti Víctor  que dijo, los cinco duros no te los salvan ni las ánimas benditas. A mi me los jodió por llevar ferrón na vara da guillada.
 Volví a bajar hacia a plaza do forno, cuando por el camino de la fuente do Souto ví bajar una enorme vaca con mulida na cabeza e as cornais arrastrando y siete u ocho mozos corriendo y dando voces por el camino de Falgueiras.
 Aquella enorme vaca, que en realidad era un enorme toro con cuernos como de ciervo, entró en la plaza dejando detrás de sí unha enorme borralleira y guiando por delante de la casa da tia Rosario, se metió por la canada das Mioquiñas arrastrando con él aquella negra niebla.
 Al rebasar a portela de Rebordelo me pareció verlo mirando hacia el pueblo, parecía ya más que un toro una especie de cabrón gigante, con dos caras. ¡Era bifronte!.
 Cuando regresé a la parte de o forno, las casas, la mayoría estaba derruidas, la calle asfaltada, O forno también caído y la parra de mi abuelo no existía. La casa rectoral y la de mi abuelo estaba caída, la fuente no existía. Lo único que encontré fue la imagen de San Cipriano que había en la pared de la casa. El Santo, tenía en la mano el aviso de una sanción por veinticinco pesetas a mi nombre que decía: Por faltar al respeto al guardia civil, a continuación venia el nombre que apenas se leía.
 El cabrón-toro, había regresado y desde la corona del castro soltaba un rugido similar a una carcajada debajo del agua.

                                                   Foto: La parte clara.

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