martes, 17 de enero de 2012

VIAJE (Inicio)


 Acabo de bajar la pendiente que conduce al valle. Pienso que cruzar esta corriente agua puede ser peligroso. La fuerza del agua puede arrastrarme a mi y al vehiculo. Quien me lo prestó dijo que era seguro en cualquier situación . Detuve la marcha al lado derecho del camino, quiero ver las posibilidades que tengo para cruzar. Aparece de súbito un vehiculo grande, con la apariencia de un camión de gran tonelaje. No para y veo que pasa con facilidad, el  nivel de agua es uniforme, yo también puedo pasar. Arranco de nuevo y me pongo a la estela de aquel monstruo Me pongo detrás a una distancia prudente y lo voy siguiendo. Cruzamos el valle e iniciamos la subida que parece totalmente simétrica a  la que dejé atrás.
 Comenzamos a subir, no pierdo de vista al “camión”. Llegamos a un punto donde vuelve a haber agua. Esta vez baja por el camino que transitamos. Bastante mas arriba del lugar en el que estamos, se ve una caída fuerte de agua sobre el camino. El camión circula por la parte derecha del camino, yo le sigo a unos cincuenta metros. A medida que subimos la corriente se  torna mas fuerte, aunque por la ruta que seguimos, parece que no nos dificulta mucho la subida.
 Aparece detrás de nosotros un vehiculo mediano. Por la forma de subir parece que lleva prisa. Me adelanta por el medio del camino. Veo que al agua casi le cubre las ruedas, aunque éstas son grandes, tan grandes como las de un tractor. Al iniciar el adelanto del vehiculo grande que me precede le avisa con unos fuertes bocinazos. No hace caso, y de repente, lo vemos arrastrado por la corriente. Dando tumbos, desaparece en al fondo del valle. Cae en mal sitio y desaparece debajo de las aguas.
 Cuando llegamos a una especie de venta, ya es tarde. El  “camión” sigue su marcha. Yo encuentro a la persona que me había prestado el vehiculo que me señala el lugar donde puedo descansar. Por la mañana me llamarán y me proporcionaran otro vehiculo para continuar.
 Me dirijo al edificio que me señalaron. Es un caserón grande, con una muralla de grandes dimensiones formada con enormes rocas alineadas, que solo dejan una pequeña entrada, a un patio donde hay varios edificios más, que no son visibles desde la parte exterior de la muralla.
 Dentro de la muralla hay una grande animación de gente moviéndose en todos los sentidos.A la derecha hay lo que parece una capilla grande. De frente unos barracones donde entra y sale en un movimiento constante gente variopinta. No me entretengo mucho, tengo prisa por acomodarme y descansar, hasta que me avisen.
 Detrás do los barracones descubro un edificio, que coincide con el que me indicaron. Traspaso un grande portón y me encuentro en un grande salón, con un mostrador al fondo donde está una mujer de edad indefinida, de muy buen ver y vestida con suma elegancia. Parece que me conoce, me sonríe y señalándome una puerta lateral, me da una llave con un llavero que lleva un número, el tres. Es la habitación que tengo asignada. Paso al comedor donde un gentío grande sentado en mesas habla muy alto, discuten, ríen y algunos se pelean. Se acerca a mi un joven con apariencia de camarero, y me lleva a una mesa donde está dispuesto un cubierto para una sola persona, me indica que me siente, y a continuación aparecen dos jóvenes más que me dejan comida en la mesa.
 Mientras como algo, me fijo en las personas de mi alrededor. Van vestidos de forma extraña. Llevan unos ropajes extraños. Son brillantes y parecen totalmente nuevos, pero al fijarme mas, veo que a medida que pasan los minutos, los trajes se ajan y se van cayendo a jirones. Cuando sus dueños se dan cuenta, salen por una abertura sin puerta y a los pocos segundos regresan con otra ropa igual que la que tenían, pero totalmente nueva.
 Hay gente de todas las categorías sociales, se dan a conocer por la forma de sus ropas. Uniformes, para militares, sacerdotes, jueces, banqueros, empresarios y demás. A todos les sucede lo mismo, las ropas no le duran más de media hora. Uno de sus mayores trabajos es ir y venir al guardarropía.
 Estoy terminando de comer y  me doy cuenta de que en el comedor de al lado, donde hay muy poca gente.Parecian gente de cuidar la tierra, y los ganados. Iban vestidos con unas túnicas de lino, y en algunos casos de lana. Éstos no tenían que cambiar de ropa. La que llevaban no se deterioraba.
 Me fui a la cama, donde me esperaba una mujer, vestida con túnica de lino y lana, me dijo que no me preocupara que cuando llegase la hora me llamaría, y que si necesitaba algo, pronto me lo proporcionaría.
 Antes de quedarme dormido, me doy cuenta de que hablo con todo el mundo sin pronunciar ni una sola palabra. Solamente con pensar algo con relación a cualquiera de los que allí estaban, recibo su respuesta automática. La comunicación es mental, no hace falta hablar.
 También me doy cuenta que esta comunicación es solo con los que van vestidos con lana o lino. A los de los trajes que se deterioran, solo les escucho el ruido que emiten como si fuesen palabras, pero ni yo les entiendo ni ellos a mi. No tengo ganas de hablar. Me acuesto y me duermo.
  Continuará…..

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