miércoles, 3 de abril de 2013

VA SIENDO HORA DE QUITARSE LAS ALBARDAS.







 “¡Que admirable maquinaria!. Desde el primero hasta el último de aquellos leguleyos, togados y sin togar, sabian explotar al humilde, al pobre de espiritu, proteger los sagrados intereses de la sociedad  haciendo que el fiel de la justicia se inclinara siempre por el lado de la moneda.”

 Previamente, habla Don Pio Baroja del rebaño de humildes y miserables, empujado al matadero de la justicia, donde aparecían el usurero, el polizonte, la corredora de alhajas, el prestamista y el casero, y del cambalache de los mismos.



 “¡Oh lamentables ruinas de la desdichada Nicosia,  apenas enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal afortunados defensores!. Si, como carecéis de sentido, le tuviérades ahora, en esta soledad donde estamos, pudiéramos lamentar juntamente nuestras desgracias, y quizá el haber hallado compañía en ella aliviaría nuestro tormento: esta esperanza os puede haber quedado, mal derribados torreones, que otra vez, aunque no para tan justa defensa  como la en que os derribaron, os podéis ver levantados; mas yo desdichado ¿Qué bien podré esperar en la miserable estrecheza en que me hallo, aunque vuelva al estado en que estaba antes deste en que me veo? Tal es mi desdicha, que en la libertad fui sin ventura, y en el cautiverio ni la tengo ni la espero.”

 Así empieza una de las novelas ejemplares de mi querido paisano (supuestamente), Don Miguel de Cervantes. El Amante Liberal.



 Son lecturas recientes, éstas que un servidor de ustedes ha realizado estos día pasados.

Me ha llamado poderosamente la atención la coincidencia con los sucesos actuales en épocas muy distintas.

 Hablando de las mismas de forma cronológica, pienso primero en el comienzo de Cervantes precisamente en Chipre, que actualmente está en las noticias de todo el mundo, pero siguen siendo los desdichados los que, como siempre,  apechugan con la parte mas dura de todo. Seguro que cuando defendían los torreones, los políticos, reyezuelos o lo que fuese en aquel momento estaban a salvo de cualquier contingencia.



 El relato de Pio Baroja, está ya situado a principios del siglo pasado, y la definición que hace de la maquinária del estado es extrapolable, perfectamente a estos días que estamos viviendo.

 No me atrevo a hacer una critica, aunque debería, pero sí quiero resaltar que los dirigentes, si no se les pone freno siempre harán lo mismo :arrimar el ascua a su sardina. Y el pueblo, si no espabila siempre será atropellado y a veces apisonado como si de detritus se tratase.

  Un abrazo a todas y todos.




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