jueves, 1 de marzo de 2012

Carta a Don Miguel, Maestro de maestros.


 Querido Don Miguel:
                                    Es la primera vez que me dirijo a usted. Nunca me había atrevido, pues aunque somos, al parecer, paisanos, no me atrevía, habida cuenta de la enorme distancia en la cosa escrita entre usted y este su servidor.
                                    Hoy, después de llevarme una gran alegría y al mismo tiempo una enorme tristeza, por la misma cosa, no he podido por meno que dirigirme a usted.
                                    Trataré de explicarle esa contradicción de tener una alegría y estar triste al mismo tiempo por la misma cosa. Como decía su Ingenioso Hidalgo, a su fiel escudero :”cosas verdes amigo Sancho”.
                                     Le diré Don Miguel; estos días, en la calle donde resido e incluso a veces vivo, hace poco tiempo se inauguró una tienda de objetos de segunda mano, y algunos entre ellos nuevos de los llamados “low cost”. Usted me entenderá, pues me consta que era versado en varias lenguas y no le hacía ascos a ninguna. Casi inventó, vuesa merced el castellano del noroeste peninsular.
                                     Esa tienda hoy cierra, pues se trasladan a otro lugar. Ya había comprado yo alguna cosa allí. Por ejemplo una lampara italiana por cuatro euros. Don Miguel esto de los euros son las monedas actuales de este nuestro país y no aquellos vientos de sus tiempos, aunque duran menos que aquellas ventoleras.
                                     Hoy me dí  por el local la última vuelta para comprar unos libros que saldaban, quiero decir que se querían deshacer de ellos. Viene a cuento todo esto porque encontré unas “Novelas Ejemplares, y una vida del buscón al mismo tiempo que otros libritos de autores del siglo pasado, pero que merece la pena leer y tener, para los que vengan detrás de uno.
                                     Había cogido seis libros e iba a satisfacer su importe en la caja. Entonces me dijo una amable señorita, que cada libro valía ochenta céntimos, pero que si me llevaba veinte, me costarían todos cuatro euros. Ni que decir tiene que puse patas para arriba las estanterías buscando aquellos que más me podían interesar. Al final me llevé veinticinco. Algunos de ellos tienen el nombre de algunos de sus poseedores anteriores y otros anotaciones. Tendré que ver si son borrables o son “dejables”.
                                     Ya ve Don Miguel como andan las cosas del mundo de la cultura, en este país y en este momento. Ya sabe, este “eido” nunca ha sido muy bien llevado por aquellos que quieren morir con montones de dinero a su lado para poderse pagar bien la “Barca de Caronte”. Lo que no saben ellos es que es gratis y encima obligatoria. ¡Peor para ellos!

                                     Bueno, Don Miguel, no quiero cansarle más, espero que la noticia no le deje demasiado triste. Para mí ha tenido el lado de la alegría, en que, por poquito dinero he comprado algo de lo que más vale: Un poquito de sabiduría, de personas como usted, que nos la han transmitido.
                                    N cordial saludo de un Sanabrés de muy cerca de Cervantes.

4 comentarios:

  1. Fermosa carta, Xabrés. Don Miguel sorrirá, orgulloso de voÇe; don Miguel Delibes, Tamén. Parabéns.

    ResponderEliminar
  2. Oes!, Delibes ¿non sería unha reencarnación de Cervantes? A ambolos dous les doía a terra e os seus habitantes. Refirome á terra dos habitantes que viven dela, e non os chamados urbanitas.
    ¡Zeus, canto tempo perdido!
    Unha aperta.

    ResponderEliminar
  3. Sempre é unha ledicia topar saldos así.
    Eu tiven oportunidades de mercar todos os libros que me entrasen nunha bolsa de plástico por tres dólares nos EEUU.
    Aínda non topei unha oferta dese tipo por estas terras.

    ResponderEliminar
  4. Bonita carta,Xabrés.
    Non hay muto(perdón por o galego nada académico)recollí de encima de un contenedor de basura 3 libros encuadernados en edición de lujo.Entre eles estaba un de Miguel de Cervantes,Los trabajos de Persiles y Segismunda.Que ven que o antiguo dueño se le ocurriu deixalos encima ya non dentro.
    Unha aperta de Fernando Vecinho.

    ResponderEliminar